Los ideales de belleza que se establecen en distintas sociedades juegan un papel fundamental en la formación de ciertos patrones físicos y de imagen corporal. Estos estándares generan una alta presión sobre todos los miembros de la población. Aquellos que poseen las características del modelo establecido tienden a autoevaluarse positivamente, mientras que quienes se alejan de ese ideal suelen sufrir de baja autoestima.
El factor sociocultural del ideal de cuerpo delgado en las sociedades occidentales es uno de los principales influyentes en el desarrollo de trastornos alimentarios. Lo que comienza como una insatisfacción con el propio cuerpo—expresada en pensamientos como «no me veo bien» o «nunca me he gustado»—acaban convirtiéndose en una obsesión y un gran sufrimiento.
La distorsión de la imagen corporal y su impacto
La distorsión de la imagen corporal y la disconformidad con el propio cuerpo son factores clave que pueden perpetuar un trastorno alimentario y aumentar el riesgo de recaída. A lo largo del proceso terapéutico, el trabajo sobre la imagen corporal es constante, comenzando con el manejo del rechazo y la percepción distorsionada, y avanzando hacia la aceptación.
Componentes de la imagen corporal
La imagen corporal es la representación mental que cada persona tiene de su propio cuerpo e incluye tres componentes:
- Componente perceptual: Hace referencia a la precisión con que se percibe el tamaño corporal de las diferentes partes del cuerpo o del cuerpo en su totalidad. La alteración de este componente da lugar a la sobreestimación o subestimación del cuerpo, percibiendo dimensiones superiores o inferiores a las reales.
- Componente subjetivo o cognitivo: Incluye actitudes, sentimientos, cogniciones y valoraciones que provoca el cuerpo, principalmente en relación al tamaño corporal, el peso y la apariencia física.
- Componente conductual: Se refiere a las conductas provocadas por la percepción del cuerpo y los sentimientos asociados.
Manifestaciones en personas con trastornos alimentarios
En personas con trastornos alimentarios, el componente perceptual tiende a sobrestimar la amplitud de sus medidas, viéndose gordas incluso con un peso normal o bajo. Esta distorsión no se aplica a la percepción de otros cuerpos, sino únicamente a la imagen que tienen de sí mismas.
En el nivel cognitivo, estas personas imaginan que los demás se fijan en sus defectos, creyendo que estos son prueba fehaciente de la imposibilidad de ser queridos o apreciados. La preocupación por su cuerpo se vuelve obsesiva, relegando a un segundo plano aspectos vitales como la salud, el trabajo o las relaciones personales.
En el nivel conductual, organizan su vida en torno a su preocupación corporal, evitando situaciones en las que tengan que exponer su cuerpo, comparándose constantemente con otros y usando ropa holgada para no marcar su silueta.
Desarrollo de la imagen corporal
Una imagen corporal negativa se desarrolla cuando:
- Existe una percepción distorsionada de las formas corporales.
- Se cree que sólo otras personas son atractivas, y que el tamaño y la forma del cuerpo son signo de fracaso personal.
- Se experimenta vergüenza y ansiedad por el propio cuerpo.
- Se siente incomodidad en el propio cuerpo.
Por el contrario, una imagen corporal positiva se desarrolla cuando:
- Se tiene una percepción clara y verdadera del cuerpo.
- Se está a gusto con el cuerpo y se entiende que el aspecto físico no define el valor personal.
- No existe preocupación excesiva por la comida, el peso o las calorías.
Intervención terapéutica
La intervención en terapia aborda los tres componentes de la imagen corporal y se enfoca en:
- Conciencia del problema: Diferenciar entre cuerpo e imagen corporal. Aprender que el malestar con el cuerpo no se puede eliminar cambiando el cuerpo, sino la imagen que tenemos de él.
- Exploración de consecuencias: Analizar cómo se forma la imagen corporal y cuestionar el modelo estético imperante de ideal delgado.
- Cambio de actitudes y conductas: Modificar las conductas de evitación que mantienen el problema. Afrontar situaciones sociales evitadas y valorar la nueva relación positiva que va apareciendo con el cuerpo.
- Trabajo sobre el autoconcepto y la autoestima: Reconciliarse con el propio cuerpo, aceptarlo y quererlo es clave para mejorar la autoestima y reencontrarse con el verdadero yo.
Las personas que sufren un trastorno alimentario suelen depositar en su cuerpo toda su valía personal, emociones y seguridad. Cualquier cambio corporal, real o percibido, puede hacerlas sentir vulnerables e incapaces de afrontar las exigencias de la vida. Descubrir quiénes son y aceptarse, implica también reconciliarse con su cuerpo.
Pilar Arasanz
Psicóloga y Terapeuta Familiar